18/9/09

Fria

Desde hacia tiempo había notado un cambio en ella. Se sentía distinta a los demás. Mirando a su alrededor podía observar, aun con mayor precisión, los cambios que había sufrido. No solo físicamente, ya que sus ojos eran más claros haciéndolos más sensibles a las luces fuertes, su piel se había tornado cetrina, pálida, fina y de un tono grisáceo con el que parecía enferma. Su cabello tenía más volumen y los bucles se habían vuelto más precisos. Las formas de su cuerpo eran curvas que parecían cinceladas y las prendas se acoplaban perfectamente a su forma. Aun así todo ello no era lo que más le preocupaba. Su actitud también había sufrido un cambio. Era fría y distante, aun con los que más compartía un lazo de amistad, notaba que algo en su interior se había congelado, no se emocionaba con las cosas que antiguamente le arrancaban sonrisas. Las pocas veces en las que sus labios se curvaban en una sonrisa era una mueca grotesca y que dejaba a cualquiera congelado en el sitio. Era tan forzada que solo podía hacer que los demás se sintieran molestos y rieran incómodos como si no hubieran notado dicha expresión, pero lo que más se podía apreciar de su cambio era en aquel invierno, rodeada de gente con grandes abrigos, bufandas, guantes y gorros en el cual ella se sentía cómoda con una camisa liviana, propia de una primavera sofocante. El cambio se había producido en apenas unos meses, poco a poco y sin apreciarlo durante la época de verano y otoño, había dejado de ser la dulce y calurosa chica, para ser la reina de las nieves en persona y el porqué del cambio era un total y completo misterio que le gustaría poder resolver.

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